Cuando una pareja se une en matrimonio es usual que planifiquen un viaje para disfrutar de su luna de miel, una tradición muy arraigada en la sociedad. Esta tradición data de tiempos muy remotos y son varias las teorías acerca de su origen, todas muy interesantes. Conócelas a continuación y descubre todo lo que no sabías sobre ese viaje tan romántico.
¿A QUÉ SE DEBE SU NOMBRE?
Se le acuñó el término Luna de Miel debido a que existía un periodo en el que la pareja consolidaba su matrimonio. Usualmente, era regido por el antiguo calendario lunar en el cual debían pasar una luna, es decir, un mes juntos y apartados de sus parientes. Durante este tiempo, la pareja consumía licor a base de miel conocido como hidromiel o aguamiel, el cual era obtenido mediante la fermentación de agua y miel. Dicho brebaje era consumido para proveer a la pareja, energía y fertilidad durante su matrimonio.
El hidromiel es una de las primeras bebidas alcohólicas que se consumieron en la antigüedad y se cree que fue precursor de la cerveza. Esta bebida era considerada sagrada por ser el alimento de Odín, Dios supremo de los germanos y en la antigua Babilonia, el padre de la novia tenía por costumbre brindar al marido, esta bebida durante una luna. En Roma también se acostumbraba a brindar licor de miel a la pareja, pero era la madre de la novia quien lo llevaba a la alcoba nupcial para proveer de energías a la nueva pareja.
En la Alemania medieval, el pueblo de los Teutones celebraba sus bodas solo en luna llena y luego de la ceremonia, bebían licor de miel durante 30 días con el fin de aumentar la fertilidad y la probabilidad de tener hijos varones. Fue esta civilización, la primera en acuñar el término de “luna de miel” para referirse al periodo en el que la pareja consumaba su amor.
EL VIAJE
La tradición del viaje tiene un origen en los pueblos antiguos del norte de Europa, conocidos como los bárbaros, donde tenían como tradición raptar a jóvenes de aldeas cercanas y llevárselas lejos por una luna entera, tiempo en el que eran buscadas incansablemente por su familia. Luego de una luna, si el acto íntimo era consumado, el matrimonio adquiría carácter legal y regresaban a la aldea como esposos. Todo ésto se lograba con ayuda de un amigo o también conocido como padrino.
Luego en el siglo XIX, la burguesía inglesa tenía como costumbre viajar luego del matrimonio para visitar a parientes lejanos que no pudieron asistir a la ceremonia, de esta manera se daban a conocer como esposos y conocían nuevos lugares. Esta costumbre se extendió por toda Europa y en el siglo XX, se popularizó aún más debido al avance del transporte y el turismo.
Muchas tendencias religiosas consideran que Dios escogió la miel como símbolo del matrimonio durante siglos por ser un alimento perenne e incorruptible, así como debe mantenerse la pareja. Además de todas estas teorías, la miel también es considerada como una metáfora que simboliza el lazo ideal, el amor verdadero, el portador de buena fortuna, alegría y dulzura.
Actualmente, y quizá como consecuencia de estas tradiciones antiguas, realizar un viaje luego de la ceremonia tiene como objetivo fortalecer la unión y disfrutar de un aislamiento deseable y placentero como antesala a la vida conyugal. Es un viaje ansiado por cualquier pareja que desee disfrutar de momentos inolvidables junto al amor de su vida.